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Veinte años del 11 de septiembre, la tragedia que cambió al mundo
Conocido como ‘11S’ es el día que partió en dos la historia reciente de Estados Unidos y el mundo. Cuatro aviones fueron secuestrados y uno a uno cayeron sobre territorio norteamericano. En menos de 10 segundos se derrumbaron los que eran sus edificios emblemáticos, 2.977 personas morían. Recuerdo de una catástrofe imborrable.
El 11 de septiembre de 2001 ha sido el día más oscuro en la historia de Estados Unidos. El polvo que dejó la caída de las Torres Gemelas en Nueva York se siente, se huele y pesa en el recuerdo de los ciudadanos. Los videos de cada impacto superan la imaginación, mientras anualmente se conmemora la vida de los sepultados y los sobrevivientes.
Al cumplirse dos décadas del impacto de los aviones en las Torres Gemelas, se recuerda cómo desde Oriente Medio se planeó y dirigió el atentado terrorista que inició la guerra contra el terror. Llevó a una potencia mundial a liderar la batalla, a perseguir y militarizar zonas extrajeras para dar con el responsable de la muerte de 2.977 personas.
Ese día, cuatro aviones fueron secuestrados. Primero el vuelo 11 de American Airlines con la ruta Boston – Los Ángeles con 76 pasajeros, 11 miembros de la tripulación y cinco terroristas a bordo. La aeronave, a las 8:46 de la mañana, impactó la torre norte de 107 pisos del World Trade Center en Nueva York, entre los pisos 93 y 96.
Luego, en medio de la angustia, el desespero y la incertidumbre, 17 minutos después, sucedió con el vuelo 175 de United Airlines. Con la misma ruta, golpeó la torre sur, mientras que media hora más tarde se registraba el golpe al edificio del Pentágono en Washington. El impacto fue del vuelo 77 de American Airlines que viaja desde Dulles (Virginia) a Los Ángeles y que dejó 184 muertos.
Una a una las llamadas dejaban el sentimiento de lo que sería una pesadilla, pero no terminaba allí. A las 9:59, de la eterna mañana, la torre sur se derrumbó en sólo 10 segundos y seguido, a las 10:28, la torre norte del WTC también se fue al piso.
En medio de los 102 minutos que causó el colapso de las torres más emblemáticas del país símbolo del poder económico, se recibió la información de una cuarta explosión. El vuelo 93 de United Airlines, que cubría la ruta Newark (Nueva Jersey) - San Francisco, se estrelló en un campo cerca de Shanksville, Pensilvania.
Sin embargo, eso fue lo que ocurrió en tierra estadounidense donde la explosión dejó expuestas a la muerte a personas entre edades las edades de 2 y 85 años, pero donde entre 75 y el 80 por ciento de los muertos fueron hombres. Incluso, para julio de 2019, el 60 por ciento, es decir 1.644 de los 2.753 restos de víctimas del WTC habían sido identificados, según los registros forenses oficiales.
Pronto se supo la verdad del atentado. Tras la tragedia estaban los 19 hombres que secuestraron las aeronaves, extremistas de Al-Qaeda, que para 1988 el fundador del grupo, Osama bin Laden inició su objetivo principal de emprender la Yihad a nivel mundial. Pero los planes serían revelados por Abdul Hakim Murad, detenido a inicio de 1995 en Manila, Filipinas, quien detalló las explosiones de aviones estadounidenses sobre el Pacífico y contra la sede de la Agencia Central de Inteligencia,CIA.
Y como fue revelado, iniciaron los bombardeos. En agosto de 1998, bombas explotaron en las embajadas de Estados Unidos en Kenia y Tanzania dejando 224 personas muertas, mientras Al Qaeda se atribuyó la responsabilidad del ataque.
Por lo ocurrido, se alertó en los aeropuertos, pero no había certeza de la fecha y el lugar en que ocurrirían los ataques y para septiembre de 1999 un estudio federal sobre el terrorismo expresó que al Qaeda "representa la amenaza terrorista más grave para los intereses de seguridad de Estados Unidos".
Al Qaeda "podría estrellar un avión cargado de altos explosivos (C-4 y Semtex) contra el Pentágono, la sede de la CIA o la Casa Blanca", se argumentó y para el 12 de octubre de 2000, terroristas atacan el USS Cole en Yemen, matan a 17 marineros y Al Qaeda de nuevo se atribuye el ataque, advirtieron fuentes de la inteligencia norteamericana.
La última llamada
Un dramático testimonio evoca la tragedia. En medio del vuelo 11 de American Airlines, que se estrellaría en la torre norte del WTC, se conoció el diálogo que mantuvieron Nydia Gonzalez, jefe de operaciones de American Airlines con Betty Ong, una de las azafatas esa mañana del 11 de septiembre de 2001.
Hablaron durante más de 20 minutos en los que Ong, nacida en 1956 y quien tenía más de 10 años de experiencia, alertó sobre el secuestro. "La cabina no responde. Alguien fue apuñalado en clase ejecutiva y creo que han echado un gas porque no podemos respirar. No lo sé. Me parece que nos están secuestrando", comunicó sobre las 8:20 AM.
"Todavía estoy con seguridad, ¿de acuerdo, Betty? Estás haciendo un gran trabajo, mantén la calma. ¿Ok?", le dice Nydia Gonzalez a la azafata, para posteriormente preguntarle “¿Tienes alguna información sobre los caballeros, los hombres que están en la cabina con los pilotos? ¿eran de primera clase?".
Entonces, la jefe de operaciones repitió la respuesta de la azafata: "Estaban sentados en (los asientos) 2A y 2B". Se trataba de cinco extremistas islámicos a bordo, entre ellos Mohammad Atta, el líder del grupo.
Los voluntarios
Tras el choque y en medio del caos, voluntarios y trabajadores de rescate buscaron entre las ruinas del World Trade Center, entonces conocido como Zona Cero. La búsqueda continuó hasta el 30 de mayo de 2002, cuando se retiró la última pieza de acero.
Entre ellos, William Rodríguez un empleado de aseo del edificio quien se encontraba en el sótano para cuando ocurrió la primera explosión. Él tenía una llave maestra con la que ese día salvó miles de vida y fue reconocido con el Premio al Héroe Nacional del Senado de Puerto Rico.
“Esta gente que estaba atrapada en los elevadores… Los gritos eran aterradores. Al explotar el avión y los miles de litros de combustible, la bola de fuego bajó por el ducto central de los ascensores y se esparció por todas partes (...) Dejó secuelas, durante muchos años no pude meterme a un ascensor porque oía los gritos”, recordó Rodríguez, quien luego se convirtió en un conocido conferencista y activista tras fundar el Grupo Víctimas Hispanas del 11 de septiembre.
Pero más allá de ser consagrado como un héroe, el momento fue “vivir el infierno en carne propia (…) mucha gente herida, recuerdo haber visto zapatos por todas partes cuando subía, la gente dejaba todo tirado. El humo olía a cloro y a cartón mojado, los rociadores contra incendios estaban todos activados y daban contra el piso y eso levantaba ese polvo también. Lo que viví fue el infierno”, detalló Rodríguez.
Junto con él, otros sobrevivientes recuerdan el momento, pero aún padecen las secuelas del atentado. Tienen problemas de salud en pulmones, hígado y piel relacionados con las operaciones del 11-S en las que inhalaron plomo y asbesto. Además de enfermedades como cáncer tras respirar polvo tóxico.
Incluso más de dos mil socorristas que trabajaron en el lugar han muerto desde entonces producto de cánceres que pueden estar relacionados con el 11-S. Mientras que Estados Unidos, bajo la administración de George W. Bush, ingresó a nuevas guerras en Afganistán, donde Al Qaeda tenía su base y en Irak.
Cabe resaltar, que según el 9/11 Memorial & Museum “el día de los ataques y durante la recuperación, cientos de miles (socorristas y sobrevivientes, trabajadores y residentes) estuvieron expuestos a peligros y toxinas en el aire en el sitio del World Trade Center y sus alrededores, lo que provocó enfermedades crónicas y la muerte de miles de personas”.
Historia de un monumento a las víctimas
Michael Arad, nacido en Londres, pero de nacionalidad americano-israelí, ganó el concurso entre 5.200 propuestas de 63 países para construir el monumento a las víctimas. Tenía 34 años, vivía en Nueva York desde 1999 y entre sus ideas tenía construírlo directamente sobre el agua del Hudson.
Las iniciativas fueron evaluadas por un jurado de 13 personas que buscó diseños que honraran a las víctimas, hablaran de las necesidades de las familias que habían perdido a sus seres queridos y proporcionaran un espacio para la sanación y la reflexión.
Tras descartar la primera idea, decidió pensar en la construcción de dos enormes piscinas, cada una sobre la huella de las torres destruidas en los ataques, con las paredes cubiertas por los nombres de las 2.742 víctimas que murieron en la Torres Gemelas, las 224 personas asesinadas en los aviones secuestrados y las seis víctimas del ataque al World Trade Center de 1993.
De esta forma, se construyeron piscinas gemelas en cascada rodeadas de parapetos de bronce que enumeran los nombres de las víctimas de los ataques del 11 de septiembre y del atentado del World Trade Center de 1993. Las piscinas están ubicadas dentro de una plaza donde crecen más de 400 robles blancos pantanosos.
‘El Memorial’, como se le bautizó, se inauguró el 11 de septiembre de 2011, 10 años después de los ataques del 11 de septiembre. Según el 9/11 Memorial & Museum, el monumento está “ubicado en ocho acres del complejo World Trade Center de 16 acres, el 9/11 Memorial es un lugar de recuerdo y contemplación dentro del bullicio del bajo Manhattan”.
Alrededor del monumento, más de 400 robles blancos de los pantanos llenan la plaza Memorial alrededor de las piscinas. Esta resistente especie de árbol es nativa de las áreas de los tres sitios del accidente del 11 de septiembre: la ciudad de Nueva York; Arlington, Virginia; y el condado de Somerset, Pensilvania.
Ya para 2006, Arad fue uno de los seis galardonados con el premio Young Architects Award del American Institute of Architects. En 2012, recibió la Mención Presidencial AIA por su trabajo en el Monumento Nacional del 11 de septiembre. Además, también fue honrado en 2012 por el Consejo Cultural del Bajo Manhattan con el Premio Liberty al Liderazgo Artístico. Su trabajo en el Memorial fue reconocido con premios de honor de la AIA y la ASLA.
Incluso para 2017 fue seleccionado para diseñar un monumento a las víctimas de la masacre de la iglesia de Charleston en 2015 en la iglesia Mother Emanuel AME en Charleston, Carolina del Sur.
Por su parte, los arquitectos originales del 9/11 Memorial, Michael Arad y Peter Walker, también diseñaron el Glade con el apoyo del miembro de la junta del 9/11 Memorial & Museum Jon Stewart, defensores y proveedores de salud del 9/11, miembros de la familia del 9/11, socorristas, y residentes del bajo Manhattan.
El diseño de Glade incluye un camino flanqueado por seis grandes monolitos de piedra, que van desde 13 a 18 toneladas, que están incrustados con acero del World Trade Center acompañado de una inscripción en cada extremo del camino. Su diseño incorpora acero del sitio original del World Trade Center.
La inscripción de Glade resume su propósito: “Este Memorial Glade está dedicado a aquellos cuyas acciones en nuestro tiempo de necesidad condujeron a sus lesiones, enfermedades y muerte. Los socorristas y los trabajadores de recuperación. Sobrevivientes y miembros de la comunidad. Sufren mucho después del 11 de septiembre de 2001. De la exposición a peligros y toxinas. Que colgaban pesadamente en el aire. Aquí y más allá de este sitio conocido como Zona Cero. Y en el Pentágono.Y cerca de Shanksville, Pensilvania. A raíz de los ataques terroristas. Aquí honramos a las decenas de miles de personas de todo Estados Unidos y de todo el mundo que vinieron a ayudar y sanar,cuyo altruismo y resolución, perseverancia y coraje, renovaron el espíritu de una ciudad en duelo, le dieron esperanza a la nación e inspiraron al mundo. Luego del ataque, atacar a Al Qaeda”.
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