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Colombia fortalece su alianza con Gianni Infantino: así se ha tejido la relación entre Ramón Jesurun y la FIFA
La presencia de Infantino contribuye a asegurar recursos de desarrollo, programas de infraestructura y mayor visibilidad para Colombia.
Al caer la noche sobre el Chase Stadium de Fort Lauderdale, con el marcador 2–1 a favor de Colombia ante Nueva Zelanda y la tribuna teñida de camisetas amarillas, una imagen se repetía en los planos de televisión y en los teléfonos móviles de los hinchas: Gianni Infantino, presidente de la FIFA, sentado en el palco junto a Ramón Jesurun, presidente de la Federación Colombiana de Fútbol (FCF).
No era solo un invitado ilustre en un amistoso internacional. Era la confirmación de una relación que Colombia ha venido cultivando con paciencia desde hace casi una década, cuando Jesurun asumió como presidente de la Federación y que hoy ubica al país en un lugar privilegiado dentro del mapa político del fútbol mundial.
El amistoso, disputado este sábado en la noche, en Fort Lauderdale y que terminó con triunfo colombiano 2–1, se enmarca en la serie de partidos de preparación hacia el Mundial de 2026 que organiza la FIFA en Estados Unidos, México y Canadá.
Infantino no se limitó a ver el partido. En una publicación en su cuenta oficial de Instagram, el dirigente señaló que fue “un placer” asistir al amistoso entre Colombia y Nueva Zelanda en el Chase Stadium, en Fort Lauderdale, y resaltó el ambiente del estadio y el respaldo de la afición.
Que el presidente del máximo organismo del fútbol mundial elija un amistoso de la selección colombiana para aparecer en público dice mucho del lugar que hoy ocupa la FCF en la agenda de Zúrich y, sobre todo, de la interlocución que Jesurun ha construido con él dentro y fuera de los despachos.
La escena del palco en Florida es el último capítulo de una historia que comenzó formalmente en 2016. Ese año, poco después de ser elegido presidente de la FIFA, Gianni Infantino realizó su primera gira por Sudamérica y decidió cerrarla en Bogotá.
En la capital colombiana se reunió con Ramón Jesurun, ya al frente de la FCF, para hablar del proceso de reformas internas del organismo y de la organización del Mundial de Fútbol Sala Colombia 2016.
Según la propia FIFA, en esa visita Infantino felicitó a la selección colombiana por su clasificación al torneo de fútbol olímpico de Río 2016 y subrayó la importancia del país en el mapa futbolístico del continente.
Desde entonces, Colombia dejó de ser un simple afiliado más y comenzó a ser presentada por el discurso oficial como un socio estratégico.
Ese mismo año, la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) dio una señal adicional del peso que Jesurun empezaba a ganar en la política internacional del deporte.
En un congreso extraordinario realizado en Luque, Paraguay, el dirigente colombiano fue elegido representante de la Conmebol ante el Consejo de la FIFA, para completar el mandato del argentino Luis Segura.
La designación no solo le dio asiento directo en la mesa donde se toman las decisiones más sensibles del fútbol mundial, sino que lo convirtió en uno de los interlocutores permanentes de Infantino para los temas sudamericanos.
A partir de ahí, las fotos de Infantino y Jesurun juntos empezaron a ser frecuentes.
En 2016, la visita del presidente de la FIFA a Colombia dejó, según reseñó el diario El Tiempo, “un manojo de buenas noticias” relacionadas con inversiones en infraestructura, respaldo al fútbol juvenil y acompañamiento institucional al Mundial de Fútbol Sala, entre otros beneficios para Colombia.
En paralelo, la Federación avanzaba en la construcción de su nueva sede deportiva y administrativa, proyectos que fueron presentados ante la cúpula de la FIFA como parte de un proceso de modernización del fútbol colombiano.
Con el paso de los años, Colombia se convirtió en parada habitual en la agenda de Infantino.
En octubre de 2021, por ejemplo, la Federación publicó imágenes de Jesurun recibiendo al presidente de la FIFA en Barranquilla, en medio de los partidos de Eliminatorias al Mundial de Catar y de actos oficiales vinculados a la inauguración de la infraestructura de la FCF en la ciudad.
Más allá de la liturgia protocolaria —la alfombra roja, las fotos en la sede, los saludos a las autoridades locales—, esos encuentros sirvieron para consolidar una relación de confianza: Colombia ofrecía estadios llenos, organización aceptable y un mercado en crecimiento, mientras que la FIFA mostraba a un aliado regional alineado con su discurso de “globalizar” el fútbol.
Un punto de inflexión en esa construcción de cercanía fue el impulso conjunto al fútbol femenino. En 2022, la Conmebol Copa América Femenina se disputó en Colombia, con partidos en Bogotá, Cali, Bucaramanga y Armenia.
Gianni Infantino viajó a Santiago de Cali para asistir a dos encuentros de la liguilla: Chile–Bolivia y Ecuador–Colombia.
En los comunicados oficiales, la FIFA destacó el ambiente en las tribunas y el entusiasmo de la afición colombiana alrededor de la selección femenina.
La presencia del presidente del organismo en una fase aún temprana del fútbol de mujeres en la región fue leída como un espaldarazo político a la apuesta de la FCF por ese segmento, un campo en el que Jesurun ha insistido públicamente, aunque reconociendo brechas económicas y de exposición mediática frente al fútbol masculino.
Esa línea se reforzó con la designación de Colombia como sede de la Copa Mundial Femenina Sub-20 de la FIFA 2024, torneo que se jugó entre agosto y septiembre en Bogotá, Cali y Medellín, con 24 selecciones y 52 partidos programados.
La propia Federación difundió en redes oficiales que “Gianni Infantino vuelve a Colombia para la Copa Mundial Femenina Sub-20 2024”, resaltando que la visita se daba “en cabeza” de la dirigencia que preside Jesurun.
El mensaje era claro: el país aparecía confiado en su capacidad logística y, al mismo tiempo, exhibía su conexión directa con la cúpula de la FIFA como garantía ante la opinión pública y los patrocinadores.
En septiembre de 2024, la relación quedó simbolizada en un gesto con carga simbólica adicional. Durante la gala por el centenario de la Federación Colombiana de Fútbol, bajo el lema “Cien años de pasión”, Gianni Infantino viajó de nuevo al país para participar en la celebración.
En ese acto, el presidente de la FCF, Ramón Jesurun, le entregó la Orden Nacional al Mérito Deportivo, condecoración que reconocía, según los comunicados, su labor en favor del fútbol mundial.
No era solo un reconocimiento interno: se trataba de un mensaje hacia dentro y hacia afuera de que la Federación había elegido alinearse con la visión del actual presidente de la FIFA y que, a cambio, contaba con su respaldo público.
A esto se suma que la interlocución de Jesurun con la FIFA se fortalece incluso con un asiento en el Consejo Mundial de la entidad recorta del balompié que se ha mantenido, así como la presencia de Infantino en actos oficiales de la Federación se ha hecho recurrente.
En este contexto, el amistoso de Colombia frente a Nueva Zelanda en Fort Lauderdale adquiere otra dimensión.
El partido, que formó parte del calendario de preparación hacia el Mundial de 2026, se disputó en suelo estadounidense, uno de los centros de expansión comercial del fútbol para la FIFA.
En la cancha Infantino no ocultó su admiración por el juego vistoso por Colombia y no dudó con amplia sonrisa en responder a la pregunta que si fuera técnico tendría en su equipo a James Rodríguez.
De hecho, la selección colombiana llegó al compromiso con una racha positiva y terminó sumando su octavo partido consecutivo sin derrota gracias a un gol agónico de Johan Carbonero, luego de que Gustavo Puerta abriera el marcador y Ben Old empatara para los oceánicos.
Esa combinación —un equipo competitivo, una hinchada capaz de llenar estadios en Norteamérica, un mercado emigrante que consume fútbol por televisión y plataformas— encaja con el modelo de torneo que Infantino y su equipo promueven para el Mundial ampliado de 48 selecciones.
Desde el palco, la imagen de Infantino siguiendo el partido junto a Jesurun proyectaba esa alianza. Para la Federación, tener al presidente de la FIFA en un amistoso de preparación es una forma de mostrar cercanía, reforzar la idea de que el país sigue siendo un candidato natural a albergar más competencias juveniles, femeninas o de fútbol sala, y mantener viva la aspiración de ser, en algún momento, sede parcial de un Mundial mayor.
Para la FIFA, un socio como Colombia ofrece un ecosistema que combina tradición futbolera, pasión en las tribunas y voluntad política de invertir en estadios e infraestructura.
Detrás de las cámaras, la jornada en Florida también tiene un componente de diplomacia silenciosa. En este tipo de partidos, el protocolo suele incluir reuniones breves con directivos de patrocinadores, promotores de partidos y autoridades locales, en las que se discuten aspectos logísticos, posibles futuros amistosos y oportunidades de torneos en territorio neutral.
Aunque los contenidos específicos de esas conversaciones no se hacen públicos, el solo hecho de que Infantino elija compartir palco con Jesurun envía una señal al resto de federaciones: Colombia es, hoy, un interlocutor de confianza en el entorno de la FIFA.
Desde la dirigencia se sostiene que la presencia de Infantino en torneos y partidos en los que participa Colombia contribuye a asegurar recursos de desarrollo, programas de infraestructura y mayor visibilidad internacional para los combinados nacionales, en particular para los equipos juveniles y femeninos.
La noche del amistoso ante Nueva Zelanda, con el pitazo final y la celebración contenida en el césped, la cámara volvió al palco: Jesurun se inclinaba hacia Infantino para comentar la jugada del segundo gol, mientras el presidente de la FIFA aplaudía con expresión satisfecha.
En términos estrictamente deportivos, era un triunfo más en la preparación hacia 2026. En términos políticos, era otra escena que se suma al archivo de una relación que Colombia viene trabajando hace años y que hoy, con el presidente del máximo ente del fútbol mundial viajando de nuevo para ver a la selección, parece más consolidada que nunca.
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