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Medellín cierra el 2024 con la menor tasa de homicidios en 82 años

La ciudad celebra una cifra histórica que refleja décadas de esfuerzo y transformación.

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Por Agencia Periodismo Investigativo | Dom, 15/12/2024 - 10:42 Créditos: Alcaldía de Medellín

Llega el fin de año y la capital antioqueña está a punto de alcanzar un indicador histórico, la menor cantidad de homicidios totales desde 1976 y la menor tasa de asesinatos por cada 100.000 habitantes desde 1942, un logro que marca un antes y un después en la historia de una ciudad que pasó de ser la más violenta del mundo en 1991 a consolidarse como un ejemplo de transformación. En aquel año fatídico, Medellín registró 6.809 homicidios, un promedio de 18,6 por día, en medio de la guerra de los carteles del narcotráfico. Hoy, con alrededor de 300 homicidios en lo que va del año, la ciudad se acerca a las cifras de mediados del siglo pasado.

Antes de la irrupción de figuras como Pablo Escobar, las causas principales de los homicidios en Medellín se relacionaban con problemas de intolerancia por motivos políticos, sociales, familiares o de honor. En 1920, cuando la ciudad tenía 79.146 habitantes, se reportaron 17 asesinatos. 

Entre los casos más impactantes de aquella época destaca el ocurrido en 1928, en San Antonio de Prado, donde una discusión sobre el sexo de un pollo desembocó en un violento enfrentamiento que dejó dos muertos y una persona herida. Para entonces, Medellín era una especie de aldea marcada por ritmos campesinos y religiosos, con homicidios que rara vez superaban los 30 al año.

Con el crecimiento poblacional y el auge del comercio de oro y café en los años 30, las disputas políticas y sociales comenzaron a ser más frecuentes. En 1942, la ciudad alcanzó su menor tasa histórica de homicidios con 10,10 casos por cada 100.000 habitantes. Sin embargo, para los años 50, la violencia política y la llegada de desplazados rurales agudizaron los conflictos, alcanzando cifras anuales cercanas a los 150 homicidios. Este período estuvo marcado por casos emblemáticos, como una riña en 1954 en el barrio La Piñuela que terminó en asesinato por una deuda de un juego de dados.

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En los años 70, Medellín experimentó un cambio drástico con el fortalecimiento del contrabando y el surgimiento del narcotráfico. Los homicidios comenzaron a multiplicarse exponencialmente, pasando de 271 en 1976 a 6.809 en 1991, en el pico de la guerra entre los carteles de Medellín y Cali. La muerte de Pablo Escobar en 1993 marcó un punto de inflexión, dando paso a la fragmentación de estructuras criminales y el auge del pandillerismo en las periferias. Diego Fernando Murillo, alias Don Berna, logró consolidar el control criminal a través de La Oficina, aunque esto no evitó episodios de extrema violencia, como la masacre de Carambolas en 1997.

Con la extradición de Don Berna en 2008, Medellín enfrentó una nueva ola de violencia. La Oficina se dividió entre los grupos liderados por alias Sebastián y alias Valenciano, quienes protagonizaron una sangrienta disputa hasta 2013, cuando el Pacto de San Jerónimo trajo una relativa calma. Desde entonces, la ciudad ha logrado reducir los homicidios a través de la consolidación de bandas menos violentas y la diversificación de sus economías criminales, incorporando tecnologías como las criptomonedas.

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