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León XIV advierte sobre el declive de la fe en su primera misa como papa
El nuevo pontífice pidió priorizar el evangelio frente al poder, el dinero y el placer, en un llamado a la Iglesia a ser faro en medio de las crisis actuales

Desde la Capilla Sixtina, en su primera homilía como sumo pontífice, el papa León XIV alertó sobre el avance de una “cultura de seguridades humanas” que reemplaza la fe por la confianza en el dinero, la tecnología, el poder y el placer. En un discurso cargado de contenido doctrinal y simbólico, el nuevo líder de los 1.400 millones de católicos pidió a la Iglesia resistirse a estas tentaciones y retomar su misión como faro moral ante la incertidumbre de los tiempos actuales. “En muchos contextos, la fe es relegada por otras formas de seguridad que no salvan”, advirtió.
Dirigiéndose a los 133 cardenales que lo eligieron, el papa también cuestionó la tendencia a simplificar la figura de Cristo, presentándolo como un “líder carismático” o un “superhombre”, en aparente referencia al auge de ciertas corrientes evangélicas. Reclamó una vuelta a la esencia del evangelio, centrada en el servicio, la entrega y la esperanza trascendente, y no en fórmulas de éxito o poder terrenal. Su mensaje resonó como una advertencia interna y externa: la Iglesia no puede convertirse en una institución más atrapada en la lógica del mundo.
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León XIV, que asumió el papado tras dos días de cónclave, marcó así un inicio firme y teológicamente definido. Su perfil como exmisionero en Perú, su cercanía a las periferias sociales y su paso por la diócesis de Chiclayo explican su sensibilidad hacia los desafíos concretos de la fe en contextos de exclusión. A sus 69 años, ha sido descrito como un pastor global con raíces múltiples y una visión marcada por el encuentro y el diálogo. No obstante, su estilo litúrgico, más apegado a las formas tradicionales, sugiere que también promoverá un orden eclesiástico más riguroso.
El papa también pidió que la Iglesia actúe como una “arca de salvación”, no como una estructura cerrada, sino como guía activa en medio de los conflictos, el dolor y la desorientación global. En momentos donde la Iglesia afronta heridas internas como los escándalos de pederastia y la pérdida de vocaciones, y externas como la crisis climática o el auge del populismo, el nuevo pontífice mostró su intención de mantener la voz profética del Vaticano sin diluirla en el ruido del poder.
Su elección fue resultado de un cónclave sin favoritos definidos, donde el cardenal Prevost —su nombre antes de ser papa— fue ganando consenso con apoyos de América, África y Asia. Aunque sectores lo asocian con posiciones moderadas, su mensaje inaugural sugiere un liderazgo claro y centrado en valores evangélicos. Su llamado a construir puentes, realizado en su primer discurso, reforzó su identidad como líder de diálogo en un mundo fragmentado.
En los próximos días, León XIV impartirá la bendición Regina Coeli y se presentará oficialmente ante la prensa. Su misa de entronización, aún sin fecha, reunirá a líderes globales y marcará formalmente el inicio de su pontificado. La elección del nombre León, el primero desde 1903, refuerza su propósito de recuperar el papel social de la Iglesia en la esfera pública, inspirado posiblemente en León XIII, defensor de la doctrina social católica.
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