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“Cada loro en su estaca”: Ramiro Bejarano marca distancia del uribismo y del petrismo

El columnista rechaza que lo asocien con sectores uribistas por criticar al Gobierno.

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Por Agencia Periodismo Investigativo | Dom, 23/03/2025 - 12:22 Créditos: Archivo particular

En su columna dominical publicada en El Espectador, el abogado, jurista y académico Ramiro Bejarano, reconocido por su postura crítica frente al uribismo, lanzó una fuerte advertencia sobre lo que considera el acelerado deterioro del Gobierno del presidente Gustavo Petro.

Bajo el título "Otra vez de mal en peor", el autor expresó su profunda preocupación por la gestión presidencial, al tiempo que rechazó con vehemencia los señalamientos que intentan ubicarlo políticamente junto a la derecha, corriente de la que se ha distanciado históricamente.

Bejarano comenzó su columna señalando que el país se encuentra en un estado alarmante, no solo por las decisiones que toma el presidente Petro, sino por las que ha dejado de ejecutar.

La mezcla entre lo que califica como “corrupción” y “desidia” habría llevado al Gobierno, según él, a un estado de parálisis institucional que comienza a generar desesperanza incluso entre quienes en algún momento vieron en Petro una posibilidad de cambio.

En uno de los apartados más contundentes del texto, Bejarano manifestó su indignación por las insinuaciones de algunos sectores que, debido a sus críticas actuales contra el Gobierno, pretenden alinearlo con el uribismo.

Recordó que ha sido un férreo opositor tanto del expresidente Álvaro Uribe Vélez como del exmandatario Iván Duque Márquez, a quienes acusa de liderar gobiernos “mentirosos y perseguidores”.

Señaló como una figura oscura en esos gobiernos al exfiscal Francisco Barbosa, a quien responsabiliza de haber contribuido con esa “mano siniestra” a las persecuciones que, afirma, todavía padece.

“Cada loro en su estaca”, escribió Bejarano, para enfatizar que su ideología no ha cambiado, y que su rechazo al actual Gobierno no implica adhesión alguna a los sectores que históricamente ha combatido.

En su crítica al uribismo, reiteró que no existe posibilidad de reconciliación, pues lo considera un movimiento cuya esencia es “perversa, resentida y capaz de todo lo malo”.

Entre las acusaciones que hizo contra dicho sector político, mencionó el respaldo abierto que dieron durante la “seguridad democrática” a líderes paramilitares, y el posterior acto de “traición” al extraditarlos a Estados Unidos, situación que fue recientemente confirmada por el exjefe paramilitar Salvatore Mancuso.

El autor también rememoró uno de los episodios más oscuros del pasado reciente: los falsos positivos, señalando que a quienes ostentaban el poder en esos gobiernos no les afectaron los crímenes ni el hecho de que varios de sus funcionarios hayan terminado condenados penalmente. “Trabajar para o con Uribe da cárcel”, sentenció.

Pero más allá de su ya conocida postura crítica contra el uribismo, la columna de Bejarano se centró en lo que considera el fracaso del presidente Gustavo Petro como gobernante.

Cuestionó que el jefe de Estado haya perdido una oportunidad histórica para liderar con eficacia, y lo acusó de encabezar un régimen “corrompido e inepto”.

A juicio del columnista, Petro tuvo todas las condiciones políticas para gobernar con éxito, pero optó por discursos grandilocuentes, ataques a sus opositores y una gestión desconectada de las verdaderas prioridades nacionales.

Bejarano se refirió de forma irónica a la reciente estrategia del Gobierno para intentar revivir la reforma laboral en el Senado, pese a que el propio ministro del Trabajo ha anunciado la expedición de decretos que reemplazarían dicho articulado.

También criticó las marchas convocadas por el Ejecutivo, calificándolas de un montaje con participación obligada de funcionarios públicos y financiadas con recursos del Estado. Según él, esta estrategia solo buscaba simular que el presidente conserva los niveles de apoyo de 2022.

El columnista también abordó el incierto panorama electoral de cara a 2026. Afirmó que, si la tendencia actual persiste, el país se verá obligado a elegir entre “dos matones”, refiriéndose a los candidatos que eventualmente respalden Uribe y Petro, respectivamente. “Eso es el abismo”, escribió, en alusión a la polarización que según él define hoy la política nacional.

Rechazó la idea de repetir un escenario como el de 2022, en el que, según sus palabras, la ciudadanía tuvo que escoger “entre el sida o el cáncer”. Para ese eventual escenario, Bejarano expresó su apoyo al voto en blanco como una forma de protesta electoral, rechazando de plano tanto al petrismo como al uribismo.

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En su análisis, el académico también criticó el estilo retórico del presidente, a quien acusó de pronunciar discursos extensos, mal estructurados y carentes de contenido.

Señaló el uso reiterado de figuras literarias y religiosas por parte del mandatario como una forma de manipulación simbólica y tergiversación histórica.

Mencionó en particular las referencias del presidente a Gabriel García Márquez y a “Jesús, el hijo del carpintero José”, así como la exaltación del M-19 como un grupo de patriotas, lo cual calificó de “insufrible” y generador de “pena ajena”.

En su conclusión, Bejarano sostuvo que “se agotó la paciencia” de muchos sectores que, como él, están decepcionados por el rumbo del actual Gobierno.

Reiteró que el país necesita una opción política que represente una verdadera reconstrucción nacional, capaz de aglutinar a quienes se sienten atrapados entre dos extremos.

Rechazó de forma explícita cualquier posibilidad de que Colombia se encamine hacia un modelo autoritario similar al venezolano, y sostuvo que aún es posible encontrar una alternativa de unidad que rescate a la nación del “fuego cruzado del crimen”.

Con esta columna, Ramiro Bejarano no solo intensificó su crítica a la administración de Gustavo Petro, sino que dejó clara su postura ideológica y su rechazo a los intentos de encasillarlo en bandos que no representa.

Su texto, cargado de advertencias y exhortaciones, se suma a las voces que, desde el centro o la izquierda crítica, observan con preocupación el desarrollo del actual gobierno y las perspectivas para el futuro político del país.

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