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El doble rasero diplomático de Petro: contradicciones y su postura sobre Venezuela, Israel y EEUU

Mientras promueve una relación pragmática con el país vecino, pese a denuncias de autoritarismo, su postura frente a Israel y EEUU ha sido mucho más radical.

Gustavo Petro tren bala
Por Agencia Periodismo Investigativo | Dom, 26/01/2025 - 19:27 Créditos: Imagen tomada de Facebook: Gustavo Petro Urrego

En los últimos años, la política exterior del presidente  Gustavo Petro, ha estado marcada por decisiones que han generado controversia y críticas tanto a nivel nacional como internacional. A lo largo de su mandato ha mantenido una postura coherente con su ideología de izquierda, priorizando los derechos humanos y el rechazo a las políticas que considera represivas. Sin embargo, estas posiciones parecen contrastar dependiendo del país y el contexto, lo que ha sido interpretado por algunos como un claro ejemplo de doble rasero.

Un caso paradigmático de esta contradicción es la relación de Petro con Venezuela. Desde su llegada a la presidencia en 2022, ha buscado restablecer los lazos diplomáticos y comerciales con el régimen de Nicolás Maduro, a pesar de las constantes denuncias de violaciones a los derechos humanos en ese país. En 2023, Petro reactivó el comercio bilateral, impulsando el intercambio de bienes y servicios, a pesar de las críticas internacionales sobre la democracia en Venezuela. 

El presidente colombiano ha defendido que mantener relaciones con Venezuela es una necesidad económica para las regiones fronterizas y que los lazos comerciales no deben verse interrumpidos por diferencias políticas, incluso si esto implica ignorar las denuncias de autoritarismo y de fraude electoral en 2024, cuando el líder opositor y candidato presidencial Edmundo González demostró haber ganado en las urnas, pese a la negativa de Maduro de dejar el poder.

En X, Petro justificó su postura diciendo: “Esta terca idea de condenar al hambre a 14 millones de colombianos que viven en la frontera y desatar un inmenso éxodo de migrantes hacia América del sur y norte [sic]”. En su trino insistió en que la crisis en Venezuela no se podía resolver con las decisiones que tome otro Estado, sino que tenían que hacerlo sus propios ciudadanos.

“No señores, las acciones contundentes" no las debe tomar un gobierno contra otro, la política interna de un país la determina su propio pueblo. Nostálgicos de las guerras y la sangre, el presidente de Colombia, hace lo que la constitución ordena: la paz [sic]”, insistió.

En contraste, Petro ha adoptado una postura radicalmente diferente frente a Israel y Estados Unidos, con quienes los millones de dólares que puede perder la economía colombiana al parecer no son un argumento que ponga freno a sus declaraciones. A pesar de las relaciones históricas de Colombia con ambos países, el presidente ha dado señales de una disposición menos diplomática en estos casos. 

En 2024, Petro decidió romper relaciones diplomáticas con Israel, acusando al gobierno de este país de cometer crímenes de guerra contra el pueblo palestino. Esta decisión no solo sorprendió a la comunidad internacional, sino que también generó un fuerte rechazo de sectores políticos y económicos colombianos, que temen que esta postura pueda afectar el comercio y la cooperación en sectores clave con Israel.

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El mandatario colombiano expresó en X: "En un mensaje en su cuenta de X, Katz afirmó que “la historia recordará que Gustavo Petro, que decidió ponerse del lado de los monstruos más despreciables conocidos por la humanidad que quemaron bebés, asesinaron niños, violaron mujeres y secuestraron a civiles inocentes". 

Esta declaración si bies destaca su compromiso con la defensa de los derechos humanos, también refleja la contradicción en su postura diplomática, ya que esta firmeza no se ha aplicado de igual manera en otros casos como el venezolano, donde los derechos humanos también han sido violentados, de acuerdo con denuncias de la oposición.

La relación con Israel ha sido importante para Colombia en términos de cooperación tecnológica, seguridad, y comercio. En 2022, el intercambio comercial entre ambos países fue de aproximadamente $500 millones de dólares. Además, el país israelí ha sido un proveedor importante en el sector agrícola y de defensa. Según algunas estimaciones, la interrupción de estos lazos reducirá los ingresos colombianos derivados del comercio bilateral en al menos un 15% en los próximos años.

A esta situación se suman en el 2025 las recientes decisiones que han levantado aún más controversia respecto a la postura de Petro con el gobierno de Estados Unidos, como la desautorización para al aterrizaje de vuelos de deportación de migrantes en territorio colombiano tomada este domingo y que como consecuencia trae para el país sanciones económicas por parte del gobierno Trump que se reflejarán en aranceles de emergencia del 25% a todos los bienes que ingresen a los Estados Unidos desde Colombia; y en una semana, un incremento al 50%.

Frente a esta decisión, la respuesta de Petro fue contundente: imponer aranceles del 25% a productos estadounidenses en represalia por lo que consideró un trato indigno hacia los migrantes colombianos deportados. Esta postura fue respaldada por su gabinete, que destacó la necesidad de defender la dignidad humana por encima de las presiones externas, incluso si esto significaba tensar las relaciones con un socio comercial clave.

En X, Petro defendió su decisión diciendo: "No podemos permitir que el trato cruel a nuestros compatriotas se convierta en una moneda de cambio. La dignidad humana está por encima de cualquier acuerdo comercial". Esta postura también ha sido vista como un acto de soberanía, pero contrasta con su enfoque más flexible frente a los abusos en Venezuela.

Como lo han expuesto analistas, la relación comercial entre Colombia y EE.UU. representa aproximadamente el 40% de las exportaciones colombianas, con productos como petróleo, café, y flores siendo clave en este intercambio. En 2022, el comercio bilateral alcanzó los $20,7 mil millones de dólares, con un superávit favorable para Colombia, por lo que si la situación empeora, Colombia podría perder hasta un 10% de sus exportaciones a Estados Unidos, lo que significaría una pérdida de alrededor de $2,1 mil millones de dólares anuales.

Si lo anterior se compara con un rompimiento de relaciones con Venezuela, el impacto económico sería considerablemente menor. Si bien las regiones fronterizas dependen en gran medida de los intercambios informales y el contrabando, las relaciones comerciales oficiales entre ambos países en 2023 representaron apenas unos $800 millones de dólares. 

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