Por: Marina Artusa
Especial desde Italia
Fotos y video: Cézaro De Luca
Como si existiera un modo irracional de desafiar al destino, veinticuatro horas antes del derrumbe del puente Morandi de Génova, Henry Díaz Henao, un estudiante colombiano que vivía en Italia desde 2005, lo cruzó más de una vez.
Entre el 13 y el 14 de agosto, a las 11:36 a.m., cuando un tramo del puente se desplomó y se lo devoró junto a otros treinta autos que lo transitaban en esa mañana lluviosa de verano europeo, el Opel Corsa amarillo de Henry fue y vino por el Morandi con la impunidad que otorga sentirse seguro.
El lunes 13 de agosto Henry Díaz Henao había recorrido los más de mil metros de puente para acompañar a su hermano Emmanuel al aeropuerto. Emmanuel, que había pasado unas vacaciones con su hermano mayor y su madre en Génova -donde vivió hasta hace dos años-, regresaba a Colombia. Estudiaba psicología en la Universidad San Buenaventura de Medellín.
El martes 14 de agosto, muy temprano, el Opel Corsa amarillo volvió a cruzar el puente y la tragedia lo sorprendió en los 250 metros de asfalto que se desprendieron y cayeron al vacío en una zona de galpones, al costado del estacionamiento de la sede de Ikea en Génova.
Henry había pasado a buscar a Angela Zerilli, una funcionaria de Cultura del gobierno de la Región Lombardía que pensaba pasar unos días de relax en Colonia Arnaldi, un centro de bienestar y spa cerca de Uscio, la comuna de poco más de dos mil habitantes de las afueras de Génova donde viven los Díaz Henao.
“Finalmente vacaciones también para mí”, le había escrito por celular Angela a su amiga Manuela a las 9:18 del martes 14 de agosto. La mujer, que tenía 58 años y viajaba con su gata Ginevra, le pidió a Henry evitar las curvas. Por eso el joven tomó la autopista A26, luego la A10 y desembocó en el puente Morandi.
A las 10:30, sesenta y seis minutos antes del horror, el muchacho llamó a su mamá, Nora Elena Henao, y le avisó que llegaría más tarde, que había modificado la ruta que pensaba recorrer. Pero le pidió que lo esperara, que volvería a casa a tiempo para almorzar en familia.
Poco después, Elena, desde Génova, y Emmanuel, desde la escala de su vuelo en Bogotá, vieron por televisión lo impensable: que una parte del puente Morandi se había derrumbado como en una película de terror y que había provocado decenas de muertos -familias con niños, parejas, grupos de amigos, trabajadores de la zona- que, con el correr de las horas, aumentaban. Hasta llegar a 43.
Comenzaron a llamar a los celulares de Henry, el personal y el que utilizaba cuando hacía algunos trabajos. “Henry, se cayó un puente. ¿Estás bien?”, le escribió su hermano por WhatsApp. El mensaje nunca llegó. El celular ya figuraba como desconectado o fuera del área de cobertura.
Durante la noche del 15 de agosto, los socorristas encontraron en el interior de un Opel Corsa amarillo los restos de Henry Díaz Henao, de 30 años, nacido en El Peñol, Antioquia, y residente en Uscio, Génova, el pueblo italiano que lo llora desde entonces.
Fueron los carabinieri de Uscio quienes le dieron la terrible noticia a Elena y fue el alcalde Giuseppe Garbarino, pariente de Doménico, el esposo de Elena y padrastro de Henry, quien la acompañó a Génova para reconocer los restos del cuerpo de su hijo.Toda Italia se conmovió con la tragedia que tiñó de negro el verano 2018 y que está revelando una trama oscura de negligencias tanto por parte de la empresa privada que gestionaba la concesión del puente -Autostrade per l’ Italia S.p.A., de la cual la familia Benetton es accionista- como por parte de los organismos del Estado que debían controlarla en el mantenimiento del viaducto que transitaban unos 140 mil vehículos por día.
El puente, diseñado por el prestigioso ingeniero italiano Riccardo Morandi e inaugurado en 1967, era un ícono de Génova: un viaducto de 1.182 metros sobre el torrente Polcevara que unía los barrios genoveses de Sampierdarena y Cornigliano, atravesaba la red ferroviaria y conectaba estratégicamente el norte de Italia con el sur de Francia.
“Comenzaremos el procedimiento para la revocación de la concesión a la empresa Autostrade -fue lo primero que dijo el premier italiano, Giuseppe Conte, cuando se enteró-. Hemos decretado el estado de emergencia durante 12 meses y ordenamos una primera asignación de cinco millones de euros a un fondo para emergencias nacionales. Tragedias como ésta son inaceptables en una sociedad moderna y no tienen que pasar, haremos todo lo posible para evitar que vuelvan a suceder.”
La empresa concesionaria emitió un comunicado: “En relación al colapso de parte del viaducto de Polcevera en la A10, notamos que en la estructura, que data de los años ’60, se estaba trabajando para consolidar la losa del viaducto y que, según lo previsto, se había instalado una grúa puente para permitir que se realizaran las actividades de mantenimiento. El trabajo y el estado del viaducto fueron sujetos a observación y supervisión constantes por parte de la administración. Las causas del colapso se analizarán en profundidad tan pronto como sea posible acceder de forma segura al lugar”.
Se abrió una investigación que está revelando detalles escalofriantes de lo que, para muchos, es la crónica de una tragedia anunciada. Según el informe de la Comisión de Inspección del Ministerio de Infraestructura, “el 98 por ciento de los costos del trabajo (de refuerzo) estructural del puente se realizaron antes de 1999 (año en el que Autostrade fue privatizada) y después de 1999 sólo se gastó el dos por ciento”. Las conclusiones, además, señalan que “nunca ha habido un análisis de seguridad ni una evaluación sísmica del viaducto”.
Una carta secuestrada por la Fiscalía de Génova, sin embargo, revela que casi seis meses antes de la tragedia, el Ministerio de Infraestructura, el organismo de Obras Públicas de Génova y la dirección de mantenimiento de la sociedad Autorstrade sabían que el puente Morandi presentaba problemas de seguridad. Firmada por el director de mantenimiento de Autostrade, Michele Donferri Mitelli, la carta advertía sobre la vigilancia y los riesgos en la seguridad relacionados con la demora de la aprobación del proyecto ejecutivo de refuerzo del puente.
La Fiscalía está estudiando si hubo negligencia u omisión tanto de la empresa concesionaria como de los organismos de control. Se han secuestrado documentos, actas de reuniones y todo lo relacionado, en particular, con el proceso de autorización del proyecto de modernización del puente Morandi, que contemplaba el refuerzo de los pilares números 9 y 10 del puente, hoy en la mira de los investigadores.
“La familia Benetton se enriqueció con la muerte y con el dolor ajeno. No están en la lista de la personas que pagarán con años de cárcel pero su imperio está destinado a derrumbarse. No hay persona que escuche el apellido Benetton y no lo asocie a una tragedia anunciada”, dice Emmanuel Díaz Henao, quien abandonó sus estudios en Colombia y regresó a Italia para reclamar justicia por la muerte de su hermano. “El Estado italiano es también responsable. Hay leyes que obligan al Estado a tutelar que estas estructuras sean controladas y no lo hicieron”, agrega.
Unos 40 técnicos y gerentes de la empresa privada y de los organismos públicos figuran en la lista de involucrados, en mayor o menor medida, en las tareas de mantenimiento -de rutina o extraordinario- que se hicieron o debieron haberse realizado entre 1992 y 2012. Hasta ahora se sabía que los despachos involucrados estaban al tanto del deterioro del puente, que la corrosión había consumido el 20 por ciento de los tirantes pero no existía un documento que demostrase que ingenieros y funcionarios fueran conscientes del peligro que representaba para los miles de personas que transitaban el puente a diario.
Se sumó a la investigación el dossier firmado en 1981 por el arquitecto Morandi, quien murió ocho años después, en el que advertía acerca de los riesgos del puente. Autostrade, que por entonces era pública y no privada, le había pedido una evaluación sobre la estabilidad de los pilares y sobre la infraestructura en general. Morandi había subrayado el “deterioro” del pilar 9, que avanzaba más allá de lo esperado debido a factores externos y otros agentes.
Para la Fiscalía, los cables de acero internos presentaban un avanzado estado de corrosión debido a un mantenimiento precario. Las tareas para reforzarlos estaban previstas para finales de 2018 y principios de 2019. No estaba considerado el cierre del puente, otro punto fuerte de la acusación.
En septiembre, el equipo de ingeniería liderado por Piergiorgio Malerba y Renato Buratti por orden del fiscal tomó muestras de la estructura y las analizó. Según el informe, el número de cables de acero en el hormigón sería inferior al previsto en el proyecto original. Y no sólo eso: la cubierta protectora de esos cables estaría casi ausente.
A mediados de octubre, Autostrade per l’ Italia expresó “desconcierto por la reconstrucción de las actas de la comisión ministerial”. A través de una nota oficial, la compañía anunció que en la reconstrucción de las actas de las audiencias de la comisión de investigación del Ministerio de Infraestructura y Transporte habría “errores graves, acusaciones sin fundamento y resoluciones preliminares”.
Un sábado gris de noviembre, Emmanuel volvió con API al amasijo de hierros y cemento donde Henry cayó. “Fue terrible para mí ver que en los pedales estaban las gafas de sol de mi hermano”, dice el joven, de 27 años, mientras se hace la señal de la cruz y apoya su mano sobre los restos del Opel Corsa amarillo que una grúa amontonó en un rincón entre las ruinas.
Henry Díaz Henao tuvo un doble funeral. La familia de la única víctima colombiana de la tragedia del puente Morandi aceptó participar de los funerales de Estado que se celebraron el sábado 18 de agosto, a las 11 de la mañana, en el pabellón Jean Nouvel de la Feria de Génova. Allí, el féretro de Henry estuvo cubierto por una bandera del Inter, el club de fútbol que amaba.
Asistieron seis mil personas, entre autoridades nacionales y locales, familiares de las víctimas, sobrevivientes y vecinos. Unas veinte familias se negaron a participar y aceptar las condolencias oficiales por considerar que la muerte de sus seres queridos fue un homicidio que pudo haberse evitado. El domingo 19 de agosto, los vecinos de Uscio despidieron a Henry en la iglesia parroquial de Calcinara donde, a las 20:30, rezaron el rosario por él. Al día siguiente fue enterrado en el cementerio de Staglieno, uno de los más monumentales de Europa, que fue visitado por celebridades como el filósofo Friedrich Nietzsche y los escritores Ernest Hemingway y Mark Twain, entre otros.
Cuando se cumplió un mes de la tragedia, el presidente italiano, Sergio Mattarella, emitió un mensaje: “La ciudad de Génova fue golpeada por una tragedia inaceptable. Reconstruir es un deber. Recuperar la normalidad, una esperanza que debe concretarse. Es necesario hacerlo en poco tiempo, con absoluta transparencia y con la máxima capacidad”. La Cámara de Comercio genovesa recibió 2.058 informes de daños sufridos por empresas y profesionales por el colapso del puente Morandi. Las pérdidas económicas ascienden a 422 millones de euros.
Durante quince días, en la zona afectada, contingentes diarios de 24 familias fueron autorizados a volver a sus hogares a rescatar los recuerdos más valiosos. Tenían dos horas y algunas, insuficientes, cajas de cartón para llenar con lo que quisieran rescatar. “Comenzaremos la demolición del puente a finales de año”, dijo el viceministro de Infraestructura, Edoardo Rixi.
El prestigioso arquitecto Renzo Piano donó a la ciudad de Génova, donde nació hace 80 años, un proyecto para la reconstrucción del puente. “Necesitamos que la ciudad encuentre orgullo y redención, debemos reconstruir este puente y repensar toda el área”, dijo Piano.
“La sociedad Autoestrade nos ha mandado un carta de condolencias e invitándonos a contactarlos para sentarnos en una mesa de tratativas -aclara a la Agencia de Periodismo Investigativo, API, Filippo Sguerso, el abogado defensor de la familia Díaz Henao-. Pero los parientes de Henry desean justicia. No están en la situación de aceptar cualquier oferta económica que se les haga. Un juez decidirá la cifra pero nos interesa hacer comprender a todos qué calidad de persona era este joven, su gran espesor humano a nivel nacional e internacional. El daño, más alla de la muerte, es la perdida de un pilastro de la familia.”
“Una vida no tiene precio. Cero y un millón es lo mismo. De eso se están ocupando mis abogados -dice Emmanuel-. No me siento capaz de darle un valor a la vida de mi hermano en dinero”. Sguerso subraya que “el municipio ha recolectado unos dos millones de euros para hacerse cargo de los gastos funerarios de las víctimas y para ofrecer un resarcimiento económico. La familia de Henry desea que una parte de ese dinero se destine a los proyectos en Colombia y del Inter que Henry llevaba adelante”.
Henry Díaz Henao era un hincha apasionado del Inter. El club lo recordó: “En la participación en el dolor por la tragedia que golpeó a la ciudad de Génova, FC Internazionale Milano y todos sus hinchas se reúnen en tono a la familia de Henry Díaz, miembro directivo del Inter Club Recco-Golfo Paradiso, que perdió la vida en el derrumbe del puente Morandi.”
“Henry, gran hincha, no era un simple consejero del club sino un verdadero referente para los hinchas del Inter de la zona del Levante. Siempre presente en el estadio con la bandera gigante del club y muy activo en lo social, con una atención particular dedicada a ‘su’ Colombia a través de colectas de fondos en el Inter Campus y la asociación de Iván Ramiro Córdoba ‘Colombia te quiere ver’”, decía el comunicado del club.
También la universidad donde Henry estudiaba ingeniería, la Università degli Studi di Genova, expresó sus condolencias: “En este momento trágico para nuestra ciudad y para todos nosotros, con extrema congoja el rector y el director general comunican la desaparición de Henry Díaz Henao, estudiante del curso de Laurea en Ingeniería Mecánica, también él víctima de la caída del puente Morandi.”
Semanas después de la tragedia, la universidad honró la memoria de Henry con una placa que lleva su nombre. “Henry lograba materializar los sueños. Hay una frase, que todavía figura en su habitación, que dice ‘Imaginar es literalmente construir’. Le enseñó a muchas personas cómo vivir -dice su hermano-. A Henry le faltaban pocos exámenes para recibirse de ingeniero. El 13 de agosto, cuando nos despedimos en el aeropuerto, le dije que estaba orgulloso de él, que lo quería mucho, que estaba encantado en ver la persona en la que se había transformado.”
“Es increíble pensar que el 25 de junio de 2005, cuando llegamos a Génova desde Colombia, nos recibió este puente -dice Emmanuel señalando los 30 kilómetros de Morandi que aun quedan en pie-. Mi madre había venido cuatro años antes. Esta fue la bienvenida a Italia. Irónicamente el primer puente que cruzó mi hermano cuando llegó a Italia desde Colombia fue el último de su vida.”