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Anna Wintour deja Vogue tras 37 años: así fue su legado en la moda mundial
Su marca deriva en el fin de una era en la industria fashion.

La salida de Anna Wintour como directora editorial de Vogue y directora global de contenido de Condé Nast pone fin a una de las trayectorias más influyentes, polémicas y definitorias en la historia de la moda contemporánea.
Desde su llegada a la dirección en 1988, Wintour no solo transformó el rostro de la revista más emblemática del sector, sino que moldeó la carrera de diseñadores, consolidó a supermodelos, generó controversias por sus decisiones editoriales y se convirtió en un ícono de la cultura popular, al punto de inspirar personajes cinematográficos como Miranda Priestly en El diablo viste a la moda.*
El inicio de una era
Anna Wintour, nacida el 3 de noviembre de 1949 en Londres, es hija de Charles Wintour, reconocido periodista británico que dirigió el periódico Evening Standard.
Desde temprana edad se vio influenciada por el ambiente periodístico y cultural de su hogar, lo que la llevó a dejar sus estudios secundarios para iniciarse en el mundo editorial.
Comenzó su carrera en revistas de moda como Harper’s & Queen en el Reino Unido y luego se trasladó a Nueva York en la década de 1970, donde trabajó en Harper’s Bazaar y más adelante en New York Magazine, enfocándose en temas de consumo y estilo de vida.
En 1983 fue reclutada por Condé Nast para dirigir la edición británica de Vogue, y en 1988 asumió la dirección editorial de Vogue US, reemplazando a Grace Mirabella.
Su primera portada, en la que mezcló una modelo con jeans y una chaqueta de alta costura, marcó de inmediato su intención de modernizar la publicación y eliminar la rigidez tradicional de la moda editorial.
El legado editorial: diseñadores y modelos consagrados
Durante sus 37 años al frente de Vogue, Anna Wintour fue determinante en la construcción del prestigio de múltiples diseñadores. Alexander McQueen, John Galliano, Marc Jacobs, Proenza Schouler, Miuccia Prada y Tom Ford figuran entre los nombres que impulsó desde sus primeras colecciones, otorgándoles espacio en la revista, visibilidad en eventos benéficos y respaldo financiero a través del CFDA/Vogue Fashion Fund, una iniciativa que ayudó a consolidar talentos emergentes.
En cuanto a modelos, fue una de las primeras en llevar supermodelos a la categoría de celebridades. Apoyó las carreras de Naomi Campbell, Linda Evangelista, Christy Turlington, Kate Moss y Gisele Bündchen, entre muchas otras. Más adelante, promovió la inclusión de figuras no tradicionales, como actrices, cantantes y personalidades de la cultura pop en las portadas de Vogue, entre ellas Beyoncé, Serena Williams, Kim Kardashian y Billie Eilish, redefiniendo los límites entre moda y cultura de masas.
La mujer detrás del mito: poder, control y controversia
Wintour consolidó una figura pública caracterizada por la discreción emocional, la eficiencia extrema y una férrea toma de decisiones.
Sus gafas oscuras, su corte de pelo tipo bob y su silencio calculado se convirtieron en su marca personal.
Este temperamento reservado, perfeccionista y controlador alimentó la narrativa que dio origen a El diablo viste a la moda (2006), cinta basada en la novela homónima de Lauren Weisberger, una exasistente de Wintour. El personaje de Miranda Priestly, interpretado por Meryl Streep, representaba a una editora implacable, temida por su equipo y capaz de definir el rumbo de la industria con un gesto.
Aunque Wintour nunca confirmó que se sintiera aludida, asistió al estreno con un vestido de Prada —la casa de moda que en el filme es objeto de burla— y asumió el fenómeno con una mezcla de ironía y distancia.
Sin embargo, diversos testimonios en la industria han confirmado que su estilo de liderazgo ha sido en ocasiones autoritario y excluyente, generando tanto admiración como rechazo.
Polémicas y contradicciones
Su paso por Vogue no estuvo exento de críticas. Fue señalada por perpetuar cánones de belleza eurocéntricos y estándares inalcanzables para las mujeres comunes.
La escasa diversidad racial en las portadas durante décadas le valió cuestionamientos, así como su resistencia inicial a abordar temas de inclusión, género o clase social.
En 2020, tras el auge del movimiento Black Lives Matter, Condé Nast enfrentó acusaciones de racismo estructural y falta de diversidad en sus contenidos.
Wintour emitió entonces una carta interna reconociendo que no había hecho lo suficiente por promover una visión verdaderamente inclusiva desde su cargo.
Aunque se mantuvo en su rol, ese momento marcó el inicio de una revisión crítica hacia su figura y el poder que representaba.
También ha sido cuestionada por su cercanía con sectores políticos y económicos privilegiados. Ha apoyado campañas del Partido Demócrata en Estados Unidos, fue una de las principales recaudadoras de fondos para la candidatura de Barack Obama, y ha sido acusada de utilizar su posición para favorecer intereses comerciales de marcas aliadas.
La salida y lo que viene
La confirmación de su salida de Vogue se dio a conocer este 25 de junio de 2025 mediante un comunicado oficial de Condé Nast.
La empresa agradeció sus “cuatro décadas de liderazgo, visión e innovación” y anunció que próximamente se dará a conocer la reestructuración de la dirección editorial.
Aunque aún no se ha precisado si Wintour se retirará completamente del mundo de la moda o asumirá nuevas funciones, su salida marca un cierre simbólico para una etapa de poder centralizado en un solo rostro.
En tiempos donde las plataformas digitales, las redes sociales, los modelos colaborativos y la diversidad discursiva ganan terreno, su figura parece haber llegado al límite de su tiempo histórico.
Un símbolo del siglo XX y XXI
Anna Wintour deja tras de sí una influencia sin precedentes en la cultura visual contemporánea. Desde el rol de Vogue como documento histórico de la moda hasta su capacidad de definir narrativas, cuerpos, marcas y carreras, su legado será estudiado, discutido y revalorado por generaciones futuras.
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