Los bebés también pagarán boleta para entrar a cada evento de los Juegos Olímpicos París 2024

Para los próximos Juegos Olímpicos de París 2024, las autoridades francesas han anunciado que incluso los bebés deberán contar con una entrada propia para poder acceder a las instalaciones donde se llevarán a cabo los eventos deportivos. 

Esta decisión, parte de las normativas oficiales de los Juegos Olímpicos, subraya que "todos los espectadores, sin excepción de edad, necesitarán un boleto válido para entrar a la sede olímpica."

Este anuncio ha generado una ola de sorpresa y descontento entre muchos padres, como Margaux Giddings, una enfermera de 33 años que le contó a Newsweek que adquirió sus entradas para la competencia de gimnasia antes de saber que estaría esperando un hijo. 

Ahora, con un bebé de cinco meses que necesita amamantar, se encuentra en una situación complicada, ya que la política actual le obliga a adquirir una entrada adicional para su hijo.

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La situación es similar para Tom Baker, un residente de Londres de 37 años, quien, junto con su esposa Kate, se enfrenta al dilema de tener que comprar un boleto adicional para su bebé que nacerá en mayo, a pesar de haber adquirido sus entradas con mucha antelación.

En respuesta a las preocupaciones de los padres, el comité organizador de París-2024 ha sugerido como alternativa la adquisición de entradas para los Juegos Paralímpicos, donde las tarifas para niños, incluyendo bebés, son reducidas. 

Sin embargo, esta solución no ha sido bien recibida por todos, ya que muchos ya poseen entradas para los Juegos Olímpicos y no desean o no pueden cambiar sus planes.

El comité organizador se mantiene firme en su decisión, a pesar de las críticas recibidas no solo por esta medida sino también por el alto precio de las entradas en general. 

Aunque el comité ha aclarado que generalmente no recomiendan la asistencia de niños menores de cuatro años debido a las condiciones posiblemente no aptas para ellos en los recintos, esta política no ha sido bien recibida por la opinión pública, recordando precedentes como los Juegos de Londres 2012, donde la presión mediática y pública llevó a un cambio en la reglamentación.

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