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Trump confirmó segundo ataque de EE. UU. en el Caribe contra lancha venezolana
Estados Unidos derriba embarcación con tres venezolanos en nueva operación antidrogas.

En el marco de un incremento de las tensiones diplomáticas y militares entre Estados Unidos y Venezuela, el Gobierno del expresidente Donald Trump informó sobre una segunda operación armada realizada en aguas del mar Caribe, que habría resultado en la destrucción de una lancha presuntamente dedicada al transporte de sustancias ilícitas.
La acción se suma a una primera intervención ocurrida a inicios del mes de septiembre, y forma parte de un despliegue más amplio que la administración estadounidense ha justificado bajo el argumento de la lucha contra el narcotráfico en la región.
Tweet: https://twitter.com/galileoarms/status/1963139704918020210?s=48&t=NI3W3BMsK5wuhSz-IwO4bA
Según lo declarado por el exmandatario Trump a través de la red social Truth Social, las fuerzas militares estadounidenses ejecutaron un nuevo ataque directo en una zona de responsabilidad del Comando Sur, contra lo que describió como estructuras vinculadas a organizaciones narcotraficantes y narcoterroristas, señaladas por su nivel de violencia y su presunta conexión con redes transnacionales.
El dirigente político aseguró que la embarcación interceptada operaba en aguas internacionales y transportaba drogas ilícitas, además de contar entre sus ocupantes a tres ciudadanos venezolanos, quienes murieron durante la acción ofensiva.
Trump enfatizó que el operativo no dejó heridos entre las tropas estadounidenses involucradas, y reiteró su postura de combate frontal contra cualquier intento de tráfico de drogas con destino a territorio estadounidense. En su mensaje público incluyó una advertencia explícita: “¡Atención! Si transporta drogas que pueden matar a estadounidenses, ¡te vamos a cazar!”
El episodio se produce apenas dos semanas después de que se informara sobre un ataque similar, también en el mar Caribe, que tuvo como objetivo una primera lancha supuestamente relacionada con el grupo criminal Tren de Aragua.
En aquella ocasión, las autoridades de Estados Unidos indicaron que la embarcación transportaba once personas vinculadas a dicha organización y operaba en tareas logísticas de narcotráfico.
El Gobierno de Venezuela, liderado por Nicolás Maduro, rechazó la versión oficial de Washington y denunció la incursión como una violación de su soberanía, además de negar categóricamente la pertenencia de los ocupantes de la embarcación al grupo delictivo mencionado.
En este contexto, la administración venezolana ha calificado los ataques como actos hostiles, y ha señalado que forman parte de un patrón de agresión por parte del Gobierno estadounidense.
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El presidente Maduro manifestó que las comunicaciones diplomáticas entre ambos países se encuentran completamente interrumpidas, y acusó directamente a la Casa Blanca de recurrir a la fuerza como medio para desestabilizar a su país.
En su más reciente declaración pública, el jefe de Estado venezolano aseguró que Venezuela se encuentra “más preparada” en caso de que los acontecimientos escalen hacia un escenario de confrontación armada.
El incidente también reaviva las tensiones en torno a la figura del presidente venezolano, quien continúa siendo objeto de señalamientos por parte del Departamento de Justicia de Estados Unidos, el cual ha vinculado su nombre con el llamado Cártel de los Soles, una supuesta estructura delictiva integrada por miembros del alto mando militar venezolano, dedicada al tráfico internacional de drogas.
Como parte de estas acusaciones, Washington ha mantenido activa una oferta de recompensa de hasta 50 millones de dólares por información que permita la captura de Maduro.
Hasta el momento, no se ha confirmado la identidad de los tres venezolanos fallecidos durante la operación reportada, ni se han divulgado imágenes o pruebas materiales que sustenten los señalamientos sobre el contenido de la lancha ni la supuesta afiliación de sus ocupantes a estructuras criminales.
El Gobierno de Venezuela no ha emitido un comunicado oficial respecto al segundo ataque, aunque en declaraciones previas ha sostenido que tales acciones constituyen una violación al derecho internacional y a la soberanía marítima, lo cual podría ser llevado ante instancias multilaterales si persisten las intervenciones unilaterales por parte de Estados Unidos.
La situación refleja un deterioro acelerado en las relaciones bilaterales, en medio de un contexto regional donde se ha incrementado la presencia militar estadounidense en zonas del Caribe con el argumento de contener flujos ilícitos de sustancias controladas.
Las acciones recientes elevan el riesgo de nuevos incidentes armados y consolidan un escenario de confrontación abierta entre ambos gobiernos, sin canales diplomáticos visibles para una desescalada inmediata.
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