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Especies nativas de peces sufren infestación parasitaria en la zona del Llano
Se toman medidas para controlar la situación.
Algunas especies nativas se han visto afectadas debido al parásito Cymothoa exigua. Este es el caso del pez Peacock bass, una especie de pez de agua dulce de la familia Cichlidae, comúnmente conocido como Pavón o Tucunaré.
El Pavón es un depredador diurno, nativo de las cuencas de los ríos Amazonas y Orinoco.
Es conocido por ser uno de los cíclidos más grandes del mundo y el más grande de América. Su carne, altamente solicitada en el mundo culinario, junto con su carácter territorial y su gran agilidad en el agua, lo hace un pez popular en el mundo de la pesca deportiva y de consumo.
Sin embargo, su gran tamaño y naturaleza predadora no lo hacen inmune al ataque de especies parasitarias como el Cymothoa exigua.
El Cymothoa exigua, mayormente conocido como “Comelenguas” es un parásito isópodo que se adhiere a la lengua de los peces, bebiendo directamente de su conducto sanguíneo. Esto genera la atrofia del órgano y su posterior desintegración.
A pesar de esto, la finalidad del Cymothoa no es acabar con la vida del pez infectado. Por lo que, tras la desintegración del órgano, el comelenguas se adhiere a la base del hueso de la lengua para reemplazarla. Permitiéndole al pez no solo alimentarse con normalidad, sino también seguir habitando en los ríos sin problema.
Cabe resaltar, que a pesar de su naturaleza parasitaria, el “comelenguas” no representa ningún riesgo para el ser humano, por lo que la pesca y consumo del Pavón sigue siendo seguro a pesar de la presencia de este parásito.
Frente a esta situación, la regional Villavicencio de la Aunap, activó un conjunto de acciones técnicas y de gestión orientadas a contener y comprender la presencia del parásito Cymothoa exigua en poblaciones de pavón y otras especies nativas, un fenómeno que comenzó a ser reportado de manera reiterada por pescadores y comunidades ribereñas en varias zonas.
Las medidas en curso buscan evitar que la situación derive en afectaciones mayores para el equilibrio de los ecosistemas acuáticos y para la sostenibilidad de la actividad pesquera.
Desde las primeras alertas, la entidad puso en marcha un esquema de vigilancia sanitaria en fauna íctica, con jornadas de muestreo en ríos, lagunas y embalses donde se ha confirmado la presencia del parásito.
Equipos técnicos están realizando capturas controladas para evaluar el estado de los peces, establecer qué proporción de las poblaciones presenta parasitación y determinar si el fenómeno se concentra en puntos específicos o si tiene una distribución más amplia.
Este seguimiento permite establecer si se trata de un parásito históricamente presente en la región o si su aparición está asociada a cambios recientes en las condiciones ambientales.
De manera paralela, la autoridad adelanta evaluaciones sobre los impactos ecológicos del Cymothoa exigua, más allá de su nula peligrosidad para el consumo humano.
Los análisis se concentran en determinar si los peces afectados presentan alteraciones en su crecimiento, en su capacidad reproductiva o en su condición general, así como en identificar posibles desbalances poblacionales.
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El objetivo es establecer si la parasitación está incidiendo en la dinámica trófica del ecosistema o si otras especies nativas comienzan a mostrar signos similares, lo que podría advertir un problema de mayor alcance.
Otra línea de trabajo se centra en el estudio de las causas ambientales que podrían estar favoreciendo la visibilidad o expansión del parásito.
La autoridad revisa indicadores de calidad del agua, posibles procesos de contaminación, cambios en los caudales y efectos de represamientos, además de factores de estrés ambiental que debilitan a los peces y los hacen más susceptibles.
También se analiza el impacto de la introducción de especies exóticas, traslados no controlados de peces vivos y prácticas de sobrepesca que reducen la resiliencia de las poblaciones naturales.
El enfoque institucional parte de la premisa de que la proliferación de parásitos suele ser un síntoma de desequilibrios previos en el ecosistema.
En el frente social, la entidad comenzó a emitir lineamientos dirigidos a pescadores artesanales, deportivos y comunidades ribereñas.
Entre los mensajes centrales se encuentra la confirmación oficial de que el consumo del pavón es seguro, con el fin de evitar desinformación y afectaciones injustificadas al mercado local.
Al mismo tiempo, se desarrollan procesos de capacitación para que los pescadores puedan identificar peces parasitados y adoptar prácticas que reduzcan la dispersión del organismo, como evitar el traslado de ejemplares vivos o el uso de carnadas provenientes de cuerpos de agua afectados.
También se evalúan recomendaciones específicas sobre la liberación de peces parasitados en actividades de pesca deportiva.
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