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La Ruta de la Seda: historia, beneficios y temores del proyecto liderado por China al que quiere unirse Colombia
La iniciativa del presidente Petro y sus efectos ante Estados Unidos. Opinión de los expertos y cifras de negocios entre China y Colombia.

La denominada “Ruta de la Seda del siglo XXI”, también conocida como la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés), es un ambicioso proyecto global liderado por la República Popular China desde 2013, con el objetivo de crear una red de infraestructura y conectividad que reactive y modernice las antiguas rutas comerciales terrestres y marítimas entre Asia, Europa, África y América Latina. Esta estrategia, impulsada por el presidente chino Xi Jinping, busca posicionar a China como un eje central del comercio mundial, mediante inversiones en carreteras, puertos, ferrocarriles, energía y telecomunicaciones en más de 150 países.
La Ruta de la Seda original fue una red de caminos comerciales establecida entre el siglo II a. C. y el siglo XV, que conectaba China con Asia Central, el Medio Oriente y Europa. Su nombre proviene de uno de los productos más valiosos que se transportaban: la seda china. A través de estas rutas también circularon especias, porcelana, metales preciosos, religiones, tecnologías y conocimientos.
La iniciativa moderna toma inspiración de esa ruta ancestral, pero incorpora elementos contemporáneos. Incluye dos componentes principales: la Franja Económica de la Ruta de la Seda, que abarca conexiones terrestres desde China hacia Europa atravesando Asia Central, y la Ruta Marítima de la Seda del siglo XXI, que conecta puertos chinos con el sudeste asiático, África y América Latina.
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El rol de América Latina y la proyección hacia Colombia
Desde 2017, América Latina comenzó a figurar en el radar de la nueva Ruta de la Seda. Países como Chile, Perú, Panamá, Ecuador, Uruguay y Venezuela han firmado memorandos de entendimiento para participar en la iniciativa. Estas adhesiones no significan un tratado vinculante, pero sí un marco de cooperación para promover inversiones, financiamiento, comercio, conectividad digital e intercambios culturales.
Colombia aún no ha formalizado su ingreso a la Ruta de la Seda, aunque ha tenido acercamientos con China a través de acuerdos bilaterales en infraestructura, energía y transporte. El debate sobre una eventual adhesión se mantiene en el plano diplomático, económico y geoestratégico.
Potenciales beneficios para Colombia
Inversión en infraestructura:
La inclusión de Colombia en la Ruta de la Seda podría traducirse en inversiones en carreteras, ferrocarriles, puertos y aeropuertos. Obras claves como el Tren del Caribe, la navegabilidad del río Magdalena o la modernización de los puertos en Buenaventura y Cartagena podrían encontrar respaldo financiero y técnico chino.
Acceso a financiamiento:
China ofrece líneas de crédito a tasas competitivas a través de sus bancos estatales, como el Banco de Desarrollo de China y el Banco de Exportaciones e Importaciones. Estos recursos podrían aliviar la presión fiscal del Estado colombiano en megaproyectos.
Incremento del comercio:
La participación en esta red global podría facilitar el acceso de productos colombianos a nuevos mercados asiáticos, especialmente en sectores como el agroindustrial (café, flores, banano, aguacate), minero y energético.
Transferencia de tecnología y conocimiento:
La cooperación con China incluye intercambios en innovación digital, inteligencia artificial, telecomunicaciones y energías renovables. En este frente, empresas chinas como Huawei y ZTE ya operan en Colombia.
Fortalecimiento geopolítico y diversificación de socios:
Para Colombia, sumarse a esta iniciativa representa una oportunidad para equilibrar sus relaciones internacionales, tradicionalmente concentradas en Estados Unidos y Europa, y abrirse a una dinámica multipolar.
Riesgos y desafíos
El ingreso a la Ruta de la Seda no está exento de cuestionamientos. Algunos críticos señalan que los países firmantes pueden quedar endeudados con China bajo condiciones poco transparentes. También se han denunciado casos de sobrecostos, falta de licitaciones públicas y dependencia tecnológica.
En el contexto colombiano, donde existen antecedentes de corrupción en la contratación pública y fragilidad institucional, el reto consistiría en establecer mecanismos de control y supervisión robustos que garanticen la transparencia y el beneficio real para el país.
Además, un giro hacia China podría generar tensiones con socios tradicionales como Estados Unidos, que ha expresado su preocupación por la expansión de la influencia china en América Latina.
Así las cosas, la Ruta de la Seda representa una plataforma geoeconómica que redefine el mapa global del comercio y la inversión. Para Colombia, su adhesión podría significar una oportunidad de crecimiento e integración a nuevas cadenas logísticas y tecnológicas, siempre que se acompañe de una planificación estratégica, institucionalidad sólida y una política exterior autónoma.
La decisión aún está en el terreno político y diplomático, pero el debate cobra vigencia a medida que el país busca alternativas para dinamizar su economía y reducir su rezago en infraestructura.
Comercio entre Colombia y China: cifras recientes
En el primer bimestre de 2025, el comercio total entre Colombia y China alcanzó los US$3.240 millones, de los cuales US$302 millones correspondieron a exportaciones colombianas y US$2.938 millones a importaciones desde China, resultando en un déficit comercial de US$2.636 millones para Colombia.
Los principales productos que Colombia exporta a China incluyen combustibles y aceites minerales (63,7%), fundición de hierro y acero (12,2%) y cobre y sus manufacturas (6,9%). Por otro lado, las importaciones desde China están dominadas por teléfonos inteligentes, computadores, motocicletas, aparatos de telecomunicación y neumáticos.
Opiniones de expertos colombianos
La posible adhesión de Colombia a la Iniciativa de la Franja y la Ruta ha generado diversas opiniones entre expertos y líderes gremiales en el país.
Javier Díaz, presidente de la Asociación Nacional de Comercio Exterior (Analdex), expresó que, en el contexto actual de tensiones comerciales globales, especialmente entre Estados Unidos y China, resulta inconveniente que Colombia anuncie su adhesión sin un análisis profundo de los riesgos y oportunidades que esto representa. Díaz también señaló que China no es una economía de mercado, lo que podría afectar negativamente los mecanismos de defensa comercial de Colombia.
Bruce Mac Master, presidente de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (ANDI), cuestionó los beneficios concretos para Colombia y cómo esta decisión podría afectar las relaciones con aliados comerciales tradicionales. Mac Master enfatizó la necesidad de evaluar cuidadosamente los costos y beneficios de unirse a la iniciativa china, así como su potencial impacto en la geopolítica y los lazos comerciales existentes.
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