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Contradicciones tras captura en Italia de exfutbolista Anthony de Ávila

Tres viajes dan pistas sobre detención del exjugador del América de Cali. En los dos últimos años salió poco del país. Ahora está detenido junto a peligrosos capos internacionales. Detalles de su proceso y el infierno en su sitio de reclusión.

 Foto Anthony de Avila
Por Norbey Quevedo | Créditos: Archivo Particular

El jueves 3 de enero de 2019, Anthony William de Avila Charris, viajó desde Bogotá a Quito. Allí donde es reconocido y querido por amigos y la afición del Barcelona, “El Pitufo” como se le conoció en sus casi dos décadas en el fútbol profesional, estuvo en plan de vacaciones. Diez días después, regresó a Cali en donde el samario tiene su sitio de residencia desde hace varios años. 

Una actividad en viajes internacionales que repitió el 24 de septiembre de 2019 con destino a Panamá. Esta vez su estancia resultó más prolongada y de Avila permaneció allí hasta el 20 de diciembre de ese año, cuando retornó a Cali. En los casi tres meses que permaneció en el país centroamericano buscó algunos contactos del mundo del fútbol para aspirar a colocar jugadores en algunos países. Esto tras el auge que generó la clasificación de la selección panameña al mundial de Rusia en 2018.

De regreso, en los meses siguientes, De Avila, se dedicó especialmente, a alentar y trabajar por el América de Cali, su equipo de siempre. Feliz por el título 14 del club en la Liga local, su inclusión como protagonista en el albúm 2020 del equipo, el retorno del delantero Adrián Ramos a la institución, el título en un cuadrangular amistoso en Bogotá y hasta compungido por el fallecimiento del hincha rojo Leo Vargas.

Así pasaba el tiempo, el exfutbolista. Alentando a los diablos rojos en el inicio del torneo, recordando el homenaje por hacer un gol a los 45 años de edad, dejándose tomar selfies con los hinchas que nunca lo olvidan, pendiente del desempeño del equipo en la Copa Libertadores, solidario con 79 hinchas del América varados en Chile tras la pandemia, lamentando el fallecimiento del médico y extécnico Gabriel Ochoa Uribe y atento al equipo femenino de los escarlatas en la final de la Copa Libertadores. 

Pero llegó la pandemia y El Pitufo como todos se guardó más de un año en la casa junto a su familia, al tiempo que oraba para que el coronavirus no matara más gente. Una situación que demostró que durante casi dos años el exfutbolista permaneció expectante por la salud de su entorno y a la espera del reinicio de la actividad deportiva en las canchas. 

Fotografía panorámica de Madrid, España donde llegó inicialmente de Avila
Fotografía panorámica de Madrid, España donde llegó inicialmente de Avila

 

El virus empezó a ceder. Poco a poco las restricciones se empezaron a levantar, por ello, De Avila optó por viajar al viejo continente. Llegó de Cali a Bogotá y el 29 de junio pasado tomó un vuelo rumbo a Madrid. De allí pasó a Amsterdan donde tiene familia. Se dio un paseo de varios días en la bonita ciudad y hasta tuvo tiempo para hacer un video en donde reportó a sus seguidores lo que hacia, el placer de disfrutar la vida y las bondades de una vida austera.

“Uno no es nada en la vida, la vida en todas partes del mundo es la misma, a donde te metas, lo material no sirve, vale es el ser humano”, reflexionó en un corto video que se volvió viral y se convirtió en pieza audiovisual pocos días después cuando se oficializó su captura en Nápoles, el 21 de septiembre. En Piazza Enrico de Nicola en Porta Capuana en el centro de la ciudad. 

Y es que Anthony William de Ávila Charris, “El Pitufo” o “El Pipa de Avila” por sus 1.58 de estatura, tiene un lugar en la historia del fútbol con 608 goles anotados en más de dos décadas de vencer la red. De hecho, ocupa el puesto número once de los máximos artilleros de la selección y el número uno de la Copa Libertadores.

Un delantero sin miedo, de altísimo rendimiento deportivo y de convicciones religiosas arraigadas. Pasó de cubrir con cinta blanca el tradicional escudo de los diablos rojos del América de Cali, del que es su máximo goleador por ser una representación contraria a su credo, a vivir su propio infierno en un penal de Nápoles, Italia.

El sistema carcelario italiano como el colombiano afronta una gran crisis derivada del hacinamiento, el déficit de infraestructura y los malos tratos de la guardia penitenciaria.

Antes de declararse el Covid-19 como pandemia, las 40 prisiones de Italia, cuna del derecho penal y penitenciario, con su obra cumbre de 1764, de los delitos y las penas de Cessare Beccaria, tenía un hacinamiento del 120%, es decir, 61.230 internos para 50.931 cupos.

Nápoles, la ciudad más poblada del sur de Italia con alrededor de tres millones de habitantes y única en el mundo con siete castillos en su perímetro urbano, cuenta con apenas dos cárceles.

Carcel
Prisión Secondigliano donde se encuentra recluido el exfutbolista De Avila

 

La penitenciaría de Poggioreale construida en 1914 para 1.400 presos pero que alberga más del doble de su capacidad. Está destinada para delitos comunes y reincidentes y la prisión Secondigliano, una edificación moderna que alberga a los internos más peligrosos, incluyendo los jefes de la mafia y aquellos que decidieron unirse a la camorra napolitana.

En este penal está el otrora delantero del Unión Santafe de Argentina, Barcelona de Ecuador, el MetroStars de Estados Unidos y de la Selección Colombia con la que vistió la tricolor nacional entre 1985 y 1998 en 54 partidos, anotando 13 goles.

Según la policía local, el futbolista estaba acompañado de dos capos de la mafia napolitana con quienes había sido relacionado en el pasado.

La causa criminal  en su contra advierte que dicha reunión en el corazón de la ciudad no fue casual, si no el propósito era retomar el contacto con miras a traficar con narcóticos hacia Países Bajos. Sin embargo, el proceso penal en su contra tiene varias contradicciones.

Dos décadas atrás, en el año 2001 el delantero samario cayó en el radar de las autoridades por sus vínculos con narcotraficantes italianos y fue acusado de producción y tráfico de estupefacientes, no obstante, sólo estuvo tres días en prisión y jamás fue requerido, hasta el pasado 21 de septiembre, día de su captura.

Policía
Policía Italiana

 

La Policía de Nápoles aseguró a medios locales que De Avila era un fugitivo de la justicia, pues en su contra pesaba una orden de captura desde el año 2004. Incluso, aún no aparece oficialmente una supuesta condena que le impuso la justicia italiana a 12 años de prisión por nexos con narcos. 

Sin embargo, los recientes registros migratorios de los últimos dos años indican que él entraba y salía de Colombia sin problemas. Al momento de su captura, los medios locales informaron que vestía la camiseta del América de Cali, que solo era un turista más y que amaba Italia. 

En Colombia, fuentes de la Cancillería aseguraron a la Agencia de Periodismo Investigativo, API que “como no existe un acuerdo bilateral con Italia, Colombia no podría hacer nada más que dirigir una comunicación al gobierno de ese país solicitando se respeten sus derechos del exfutbolista, entre ellos, al debido proceso”.

A su judicialización se sumó el recuerdo de la dedicatoria que el futbolista con 582 partidos que jugó con el América de Cali y que anotó 208 goles en 16 temporadas le hiciera al capo del Cartel de Cali, Miguel Rodríguez Orejuela el 20 de julio de 1997 en las eliminatorias a Francia 98

De Avila  acababa de anotar el gol con el que los cafeteros derrotaron a Ecuador  “Este triunfo se lo quiero dedicar a unas personas que están privadas de la libertad, yo creo que no hay necesidad de dar nombres, pero con mucho amor y con mucha humildad se lo dedico a ellos que son Gilberto y Miguel”, advirtió el goleador.

Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela, exjefes del Cartel de Cali, detenidos actualmente en Estados Unidos.
Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela, exjefes del Cartel de Cali, detenidos actualmente en Estados Unidos.
 


Hace pocas horas a través de su abogado Favrizio De Maio, Anthony de 58 años aseguró que es inocente  “agradezco a todos mis fans de todo el mundo el apoyo y el cariño que me demuestran. No veo la hora de abrazarlos a todos porque soy inocente”.

Su defensor verifica si la orden de captura librada hace diecisiete años atrás estaba vigente y había sido prorrogada como lo indica la ley y si realmente existen pruebas que involucran a De Avila con una presunta red de tráfico de drogas que opera en Europa o si por el contrario, estaba en el lugar equivocado.  La justicia de Italia tiene la última palabra, en un caso que deja más dudas que certezas.  

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